El Real Madrid demuestra ética y respeto en el intento de fichaje de Mbappé mientras el PSG queda retratado como un club-Estado ajeno a la realidad del fútbol profesional del más alto nivel.

En las últimas semanas del mes de agosto el Real Madrid ha dado los pasos necesarios, éticos y acordes para intentar fichar al delantero del Paris Saint-Germain Kylian Mbappé. El club blanco esperó hasta que el jugador rechazó en firme la oferta la renovación que le ofrecía su club. Solo entonces ha movido ficha el Real Madrid y ha comunicado al club parisino la cantidad que estaba dispuesto a ofrecer por la operación. Algunos medios han publicado que se llegó a ofrecer 200 millones de euros a pocas horas del cierre del mercado, una cifra no confirmada por el Madrid, pero que, si fuera cierta, deja en evidencia la postura cicatera del PSG, que accedió a entablar una negociación que nunca pensaba cerrar aunque se aceptaran todas sus condiciones. 

Por tanto, la conclusión al final es que el Real Madrid sale bastante beneficiado de esta operación. Ahorra entre 150 y 200 millones de euros que puede destinar a otras partidas y tiene la opción de fichar a Mbappé el año que viene, que queda libre. El jugador cobraría una prima de fichaje además de su sueldo, que se periodificaría en sus años de contrato. Eso hace más atractivo para el jugador lo que va a ganar en el Madrid a partir de la temporada 2022-23.

En resumen, dos equipos y dos estilos. Uno, el madrileño, que actúa con la debida cortesía negociadora hacia el jugador y su club, y otro, el qatarí (que no francés), que funciona como un club-Estado, financiado con el dinero de un emirato, Qatar, y que no respeta las reglas de juego elementales de un traspaso. En Francia y en muchos lugares del mundo ya se alzan voces contra este tipo de clubes, y parece normal que alguno de sus grandes jugadores, como es el caso de Mbappé, quieran marcharse para disfrutar de su deporte y jugar por algo que vale mucho más que el dinero: convertirse en una leyenda del Real Madrid.